viernes, 22 de abril de 2011

El Oviedo no levanta cabeza

El equipo, que descendió a Segunda hace una década y rozó la desaparición, sigue en Segunda B acuciado por las deudas y el cisma entre afición y mandatarios

Seguidores del Real Oviedo, antes de un partido contra el Oviedo ACF disputado en Tercera 2005
Pocos aficionados han olvidado al Oviedo. Aquel equipo en el que en los noventa militaban Jerkan, Berto y Carlos y que llegó a clasificarse para una Copa de la UEFA. Sin embargo, es posible que muchos jóvenes sepan bien poco del club. Tras su descenso a Segunda, hace ya una década, el equipo ha estado al borde de la quiebra, le han tratado de refundar contra su voluntad y a día de hoy lucha por la subsistencia en Segunda División B, con una masa social opuesta frontalmente a Alberto González, presidente y máximo accionista del club.

El descenso a los infiernos comienza en la temporada 2000-01, en la que baja a Segunda de la mano de Radomir Antic, con una deuda cercana a los 20 millones, duplicada al curso siguiente, todavía en la categoría de plata. Manuel Lafuente se hizo cargo del club en la campaña siguiente, auspiciado por Celso González -uno de los máximo acreedores del equipo, entonces y en la actualidad- que le vende cerca de 1,5 millones de euros en acciones por un euro (en 2005, un juez falla que Lafuente era un testaferro de Celso). Lafuente justifica la apuesta económica de la campaña anterior pese a su resultado: "Tenía sus riesgos, pero merecía la pena. El problema es que dejaron de pagar cuando estaban en puestos de ascenso y el rendimiento empeoró". La plantilla del curso 2002-03, sin fichajes notorios, descendió a Segunda B y la demanda de los futbolistas por no cobrar envió al club a Tercera por primera vez en su historia.

"Se marcharon todos los jugadores, incluso algunos del filial [entre ellos dos futuros campeones del mundo, Mata y Cazorla] y no teníamos ni agua, ni electricidad", recuerda el delantero Diego Cervero. El entrenador del equipo, Antonio Rivas, tenía instalada su mesa de trabajo en los servicios, ya que era la única estancia con luz, a escasos 50 centímetros de los urinarios. "Necesitábamos la ayuda del Ayuntamiento, pero querían que desapareciéramos", aclara Lafuente. El alcalde, Gabino de Lorenzo, que gobierna la ciudad desde 1991 con el Partido Popular, insistía en que los números reflejaban una "quiebra de manual" y que la desaparición era la "única salida". El consistorio lideró un intento de refundar al Oviedo a partir de otro club de la ciudad: el Astur. Cambiaron su tradicional camiseta roja por una azul, sustituyeron su nombre por el de Oviedo ACF y ficharon a históricos del Oviedo como Berto, que ya tenía 41 años. Pero la mayoría se decantó por el Real Oviedo, al que se abonaron 10.700 personas -por las 6.500 del Oviedo ACF- estableciendo el récord de socios de la categoría.

El club logró escapar de la quiebra gracias al convenio firmado en 2004. Con los acreedores privados se acordó darles un porcentaje de la venta de cada futbolista -hasta un 50% si eran más de seis millones- hasta que se extinguiera la deuda o pasaran 20 años, tras lo que esta se anularía automáticamente. Con la parte pública (Hacienda y Seguridad Social, a la que aún se deben 14 millones), se firmó dar una parte fija cada temporada dependiendo de la categoría en que estuviera el equipo -300.000 euros a Hacienda y 20.000 a la Seguridad Social en Segunda B-, además de un porcentaje de los fichajes y de las televisiones (en el último caso, hasta un 50% en Primera).

Aunque en la temporada 2004-05 se logró ascender a Segunda B de nuevo, el Oviedo bajó de nuevo de categoría en la 2006-07, envuelto en las deudas; el club vive una ampliación de capital en la que Alberto González se convierte en el máximo accionista. Institucionalmente, el consistorio releva poco a poco al Principado -regido desde 1999 por el socialista Vicente Álvarez Areces- en el soporte económico del club. Mientras equipo y comunidad se enzarzan en los tribunales por el pago del patrocinio de los años 2005, 2006 y 2007, el Ayuntamiento ha dado 5,5 millones de euros al Oviedo en los últimos cuatro años. De ellos, cerca de tres millones corresponden a la compra de la marca y el escudo del club, una forma de capitalizar al Oviedo.

El equipo subió a Segunda B en 2009, donde aún permanece, pero el cisma social por la gestión del club se recrudece. El Oviedo ha incumplido los últimos plazos del convenio con Hacienda y con la Seguridad Social, y acumula dos órdenes de embargo cercanas a los 600.000 euros, mientras han vuelto los retrasos con las fichas. Unos problemas que González achaca a "tensiones de tesorería temporales". Aunque amplía: "La parcela deportiva y la económica están delegadas y yo no me encargo de hacer el presupuesto". Un presupuesto cuyo tamaño se encarga de relativizar. "No es tan grande, porque ahí está incluida la cantera y los pagos a Hacienda y la Seguridad Social", explica, al tiempo que sugiere que no sería un problema para vender el club.

La afición, que mueve una cantidad de personas sin parangón en la categoría, pide la marcha de González mientras el equipo sigue sin rendir, llegando a asomarse al descenso a mitad de temporada. En la última salida liguera, pese a estar varado en mitad de tabla y sin opciones de ascender, 4.000 seguidores peregrinaron a León para el choque ante La Cultural. El resultado: un nuevo sinsabor en forma de goleada 4-1. El técnico del equipo desde mediado de febrero, Pacheta, resumió en una frase la última década del club, aunque él solo se refiriera a un partido: "No hemos estado a la altura de los aficionados".

Fuente: el pais

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